“En su gran mayoría, los nódulos tiroideos son benignos. Se acepta que solo entre el 4% y el 8% de los nódulos detectados resultan malignos, por lo que en muchas ocasiones el reto es determinar si el nódulo es de carácter benigno o maligno”, explica el doctor Eduardo Cre
spo, Jefe de Radiología Vascular e Intervencionista en la Fundación Jiménez Díaz y miembro de la Sociedad Española de Radiología Vascular e Intervencionista (SERVEI), que destaca que los nódulos tiroideos son habitualmente asintomáticos, por lo que su diagnóstico se suele producir de manera casual, “mediante el uso de técnicas radiológicas realizadas en el estudio de otras patologías”.
Los nódulos que producen síntomas, señala el experto, generalmente son aquellos que tienen un tamaño mayor (de entre 2 y 3 centímetros) y que, debido a ese tamaño, pueden provocar la presencia de un bulto visible y/o palpable en el cuello, comprimir el esófago o la tráquea, generando problemas para tragar y/o respirar en los pacientes, o alterar la funcionalidad hormonal, dando lugar al desarrollo de hipo o hipertiroidismo.
Ventajas de la ablación percutánea frente a la cirugía tradicional
Los pacientes a los que se detecta un nódulo tiroideo deben ser valorados en todos los casos por el endocrinólogo. En el caso de que los síntomas sean importantes y afecten a la calidad de vida del paciente, puede estar indicado un tratamiento dirigido.